Voy a hablar sin demasiados rodeos lingüísticos y formas figuradas. Es increíble lo sumamente gilipollas que puedo llegar a ser y he sido en la vida. Porque, seamos sinceros, ¿doy o no doy el perfil de típico gilipollas al que aguantas por compasión? Y es que en estos días tan sumamente geniales, enclaustrado estudiando en la soledad de los temarios de la oposición, es cuando me pongo a reflexionar, o como un buen gilipollas de mi calibre diría "darle al cholo", y no sólo me entra el síndrome de stress pre-traumático, sino que también me entran otros síndromes del tipo "y si..." o "no debería haber...", con lo cual los sentimientos de culpabilidad, remordimientos y tonterías varias similares, nublan la poca capacidad de concentración que me queda. Es en estos momentos cuando me gustaría ser una puta piedra, o en todo caso, un gato dorado de esos que venden en los chinos y que nadie compra. Pero supongo, queridos dos o tres lectores, frikis todos en mayor o menor medida y deseosos de nuevas experiencias aberrantemente sexuales y paradigmáticas(o no, no lo sé porque no puedo entrar en vuestros degenerados pensamientos), que estaréis diciendo: "ya está Víctor con sus paranoias de siempre", "cuando se pone a estudiar siempre le entra la vena depresiva", "ya está intentando dar pena el llorón este". Pues no, queridos amantes de la sodomía gratuita. Si estoy escribiendo este suculento, y por otra parte agresivo-ofensivo, post no es porque intente crear una imagen de mí ante vosotros como un ser neurótico y catalépticamente histriónico. De hecho, siempre os advierto que cuando llegue esta época, los que seáis propensos a la mimesis sensorial, o dicho de otra forma, empáticos, no me leáis, u os lo toméis a risa, porque suelo disparar mis índices de comportamiento asocial.
Todo esto venía porque la verdad es que siempre he tomado decisiones incorrectas en la vida, sin excepción. Me he dado cuenta que tal vez, no es que haya nacido con mala suerte, sino que realmente me la he ido forjando poco a poco hasta crear un campo gravitacional de gafe que me persigue allá a donde voy y contagia a todo aquel que pasa más de una hora conmigo. En todos los ámbitos de mi vida, absolutamente en todos, digamos que siempre he optado por la opción menos recomendable, la más dura quizá y la menos fructífera. ¿Cómo lo sé? Porque está comprobado, si no, no estaría escribiendo esta mierda para desahogar mis frustraciones. En otra época, un engendro como yo habría se muerto del asco(y de hambre) en un arroyo o como mucho habría acabado como vendedor de agua. Tal vez, en otro tiempo, al verme la cara, si hubiera llegado a la universidad, me hubieran hecho la novatada de bañarme en escupitajos. Incluso podría haber ascendido socialmente y haber acabado como criado de un señorito que se ha casado con una mujer fea pero rica y tiene como amante a una mujer joven y guapa pero pobre y salvaje. Podría haber sido... pero en realidad soy lo que he elegido ser: un pringado(o un cobarde como ya me han llamado) Cobarde. Sí, soy muy cobarde. Y lo peor de todo, es que para los cobardes no hay segundas oportunidades. Las mías pasan y pasan y nunca vuelven... En fin, ahora simplemente soy un tío de 28 años medio calvo, que vive todavía en la habitación en la que duerme desde que tenía 10. 18 años tras estas paredes de niño. 18 años siendo un maldito niño. ¿Es o no es para clamar al cielo? ¿Pero qué te he hecho yo?
La verdad es que cuesta mucho ser gilipollas. Muchas veces me apetece quedarme dormido y esperar a que pasen los días. Me da igual no comer o no beber. Dormido, por lo menos, no trabaja el consciente (que es el que jode, el que piensa racionalmente y el que te envía esos impulsos logicistas que para Chomsky se traducen en la gramática pero que para mí son solo dolores de cabeza) y el subconsciente es libre como un poema creacionista.
Ultimamente me pongo sombreros y corbata para llamar la atención. Dios, que cosa más triste. Ya ni siquiera me gusta mi forma de ser que intento copiar los cánones de fantoches y payasetes que yo mismo hubiera repudiado hace 10 años. Que mierda. ¿Y todas esas chorradas que digo y hago? Miradme, cuento historias porque así me siento más importante. Observad, he visto tanto cine que me creo un erudito en la materia. Soy tan sumamente moderno que le cuento a todo el mundo que llevo los calzoncillos blancos o rosas para exhibirme. Y lo mejor de todo, parece que no tengo vergüenza, pero en realidad me gustaría esconderme en un agujero dentro de la tierra y no volver a salir nunca más. Es decir, que todo lo que hago y digo es sólo una tapadera, como la del water, que sirve para que no veamos la cantidad de mierda(complemento del nombre) que hay dentro, o en mi caso, que no sirve para ver el mierda(sustantivo) que hay dentro. Pero, dejadme que os diga una cosa. A pesar de todo, me he dado cuenta de que no voy a cambiar, que por muy Lázaro, Guzmán, Centeno o Altazor que sea, no consigo evolucionar, no consigo volar porque no tengo alas, ni un as de bastos, ni un diablo en mi baraja del tarot, ni un cuatro de bastos, ni un nueve de copas, ni tan sólo un as en la manga. Eso son los magos, yo sólo soy un payaso cobarde que quiere tener un trabajo fijo.
Boooom! La bomba me ha estallado en las manos y no es una novela de García Marquez.
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Quedan 6 días para el primer combate
Fecha: día 1 de julio de 2009 a las 10:00h
Lugar: IES Antonio José Cavanilles, Alicante
Contrincante: prueba escrita del tribunal A1