Siempre he pensado que la parte más dificil de crear y escribir una historia es el principio. Esgrimir las primeras palabras que formen la sombra de una senda literaria es la tarea más tediosa que todo aquel que escribe tiene que llevar a cabo.
Es muy jodido escribir un buen principio, que enganche al lector. El resto viene solo. No es cosa de musas ni inspiración, es simplemente reflexión y cavilación. Virginia Wolf, al igual que muchos otros escritores, podía pasarse días sin escribir por que no encontraba la palabra exacta para comenzar una frase, pero cuando la encontraba podía pasarse hasta 20 horas seguidas sin comer ni beber escribiendo sin parar. A mi me pasa algo por el estilo. Mi gran traba es el principio de la historia.
En fin, tengo el principio de una historia, mejor dicho el medio principio porque no lo he terminado, pero no me acaba de convencer. Necesito ayuda externa, es decir, vuestras opiniones(si es que teneis alguna u os negais a compartirla). Me sería de gran ayuda que por lo menos varias personas me dijeransi voy por buen camino o empiezo de nuevo y mando todo lo hecho a la mierda.
Esta es la historia, por ahora se llama "gusanos", pero puede que le cambie el nombre:
Jacob abrió los ojos y comprendió que había sido enterrado vivo. El olor a humedad que desprendía la tierra se filtraba por los poros de la madera dejando así un ambiente cargado de horror y presión. Había permanecido dormido la mayor parte del tiempo y el oxígeno ya se estaba acabando, pero en una situación así no se puede pensar con tranquilidad.
Gritó con fuerza. Emitió un alarido de terror e instintivamente comenzó a raspar desesperadamente las paredes del ataúd con sus uñas para conseguir únicamente hacerse más heridas en las puntas de sus dedos. Comenzó a llorar, a patalear y a resignarse ante una muerte macabra y cruel. Cada vez respiraba con más dificultad. La humedad en el interior del habitáculo había aumentado con el esfuerzo inútil de su único ocupante. Le quedaba muy poco tiempo. Jacob se tranquilizó y por primera vez asumió que su vida se acababa en aquel lugar a diez metros bajo tierra.
Cerró los ojos y pensó en que daría su alma al diablo por fumarse un último cigarro. Se metió las manos en los bolsillos. Efectivamente tenía un paquete de cigarrillos de la marca peace medio lleno, pero el encendedor se lo había quedado ella. Tal vez si no le hubiera regalado aquel encendedor de oro, no habría acabado bajo tierra.
Gritó con fuerza. Emitió un alarido de terror e instintivamente comenzó a raspar desesperadamente las paredes del ataúd con sus uñas para conseguir únicamente hacerse más heridas en las puntas de sus dedos. Comenzó a llorar, a patalear y a resignarse ante una muerte macabra y cruel. Cada vez respiraba con más dificultad. La humedad en el interior del habitáculo había aumentado con el esfuerzo inútil de su único ocupante. Le quedaba muy poco tiempo. Jacob se tranquilizó y por primera vez asumió que su vida se acababa en aquel lugar a diez metros bajo tierra.
Cerró los ojos y pensó en que daría su alma al diablo por fumarse un último cigarro. Se metió las manos en los bolsillos. Efectivamente tenía un paquete de cigarrillos de la marca peace medio lleno, pero el encendedor se lo había quedado ella. Tal vez si no le hubiera regalado aquel encendedor de oro, no habría acabado bajo tierra.
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