martes, agosto 19, 2008

Arreplegant...



No es que esté demasiado depre en estos momentos. Lo peor ya lo pasé hace unos meses cuando acepté que me tenía que ir de aquí y volver a mi vida no independiente. Fueron muchas noches de dolor y angustia, sin poder dormir y sin parar de darle vueltas a la cabeza sobre mi precaria situación. Creo que soy un reflejo de lo que ocurre en esta sociedad, donde no hay oportunidades para poder escapar del poder de los idiotas, porque, seamos sinceros, los más idiotas son los que manejan todo el cotarro, hoy y por siempre. Pero hoy he tenido una mala noche. Una noche de esas en las que dormir se convierte en una tarea imposible de realizar porque mi cabeza, otra vez, no ha parado de dar vueltas y más vueltas.
Ayer echaron en Cuatro la pelicula Pulp Fiction. Es curioso, porque la mayor parte de la gente con la que me relaciono, o no la ha visto, o dice que no le gusta, y sin embargo, a mi me ha parecido siempre una película increiblemente buena, tanto por su estructura como por su visión del mundo. Puede ser que Tarantino sea un director poco "gentil"(en más puro sentido etimológico de la palabra) pero hay que reconocer que ese hombre ha realizado determinados trabajos que son auténticas genialidades, y lo digo con pleno conocimiento de que sus últimas películas han perdido el gancho que solía tener su cine. Solo digo que ese tio es un puto genio, y que por desgracia no puedo hablar con nadie sobre ello, porque, entre otras razones, nadie tiene interés en hablar conmigo en una conversación intensa como en los viejos tiempos. ¡Qué tiempos...! A veces hasta los añoro.
Ahora que sí termina un capítulo importante de mi vida, porque aunque parezca mentira esta casa me ha marcado tanto que la recordaré por siempre como un lugar de evolución, es cuando me doy cuenta que casi todos mis proyectos han caido por su propio peso. ¿Qué he hecho para que se me recuerde en la posteridad? ¿Qué aportación, por minúscula que sea, he conseguido lanzar para que alguien diga: "Eh! esto lo ha hecho Victor. ¡Qué tío más grande!"? Pues por ahora, nada. Me he pasado 27 años esperando y recogiendo mis maletas de una casa a otra, de una familia a otra, para, al final, quedarme igual que siempre, en espera de buenas noticias. Y es que, tal vez ese sea el gran mal de nuestra generación. Sólo somos un grupo de veintegenarios que esperan su oportunidad para quitarle el puesto a uno de los idiotas que se encuentran arriba, manejando los hilos de esta sociedad.
Esta vez, no sé si estoy depre, o sólo dolido con el mundo y con mis propias expectativas vitales, pero es que ver unas cuantas cajas con todas mis cosas en la puerta del salon, listas para ser llevadas de vuelta al lugar de donde salieron, me da un poco de pena.

viernes, agosto 15, 2008

This is the end...

untitled Y la guerra acabó dejando un solo herido en el campo de batalla. Las armas utilizadas por los salvajes soldados quedaron apiladas en forma de columnas de papel encuadernado sobre dos escritorios en distintas casas. El dolor por la pérdida de la lucha se reflejaba en el rostro del único combatiente que la historia iba a recordar levemente por ser uno de los hijos del caos más absurdo. Poco a poco, esquivando los obstáculos del negro sobre blanco, me acerqué a él y le pregunté:"¿Cómo has llegado a esto?".

El soldado, con los ojos ensangrentados hizo un esfuerzo por ponerse en pie en vano, y con voz trémula me contestó: "Sólo soy un peón del caos".

Sentí lástima por aquel joven desgraciado y, como pude lo traje a mi casa para sanar sus terribles heridas, en un intento egoista de averiguar la razón de tanta violencia descreida y fratricida que había destruido un paraje tan hermoso. Por el camino, unas palabras escaparon de los labios del mísero combatiente que se debatía entre la vida y la muerte:"No hay razones lógicas para los malditos. En la carrera de los idiotas, el más infeliz es el ganador". Y en mi coche, junto a las cajas repletas de libros, ropa y ordenadores, murió sin decirme claramente por qué todo siempre me ha ido tan sumamente mal.