martes, enero 08, 2008

El dormido de la montaña (segunda parte)



La mujer interrumpió su relato. Parecía que de aquellos ojos sin vida iban a brotar de un momento a otro rios de lágrimas transparentes por el dolor de sus recuerdos. Sin embargo, lo único que hizo fue levantarse de su silla y salir de la habitación. Me quedé un rato pensativo, imaginándome cómo sería la vida en aquel pueblo y qué terribles misterios se escondían en las montañas que lo rodeaban. La vida en la ciudad era completamente diferente, llena de caos y anonimidad. Allí, el tiempo parecía detenerse. No importaba producir, sólo era necesario vivir.
De repente la vieja apareció en la habitación con lo que parecía un viejo album de fotos con recotes de periódicos que sobresalían por los lados.
- Ten, chico. -me dijo- Esto es de Walter. Si lo encuentras dáselo y dile que vuelva a casa.
- Disculpe, señora. No puedo aceptarlo -le repliqué, pero conforme me lo entregó salió de nuevo de la habitación sin decir tan siquiera "que tenga un buen día".
Llamadme ladrón, egoista, o simplemente imbécil, pero lo cierto es que mi curiosidad era más fuerte que mi voluntad y decidí llevarme aquel album a mi casa para investigar con más calma todo este caso y el halo de misterio que le rodeaba.
Volví a la ciudad, con sus luces parpadeantes y sus ruidos constantes. Aquella mujer me había dejado desorientado. Conforme entré en mi apartamento abrí el album por las páginas centrales para ver exactamente qué me había traido a casa. Allí, había un recorte de prensa del año 76, en un papel amarillo corroido por el tiempo y una serie de líneas a lapiz de lo que parecía ser más un diario que un simple album de recortes.
El artículo decía lo siguiente:
"Sexta desaparición en las montañas del Maigmó"
"Ya son seis las personas desaparecidas en las faldas de la montaña del Maigmó, en lo que va de año. Según fuentes oficiales Manuel F. M. salió de su casa la pasada tarde del viernes para ir a visitar a un amigo suyo cuya casa se ubicaba en la partida rural de bonfató, en las laderas de la montaña. Desde entonces nada se ha sabido de él ni del perro que le acompañaba. La guardia civil ha iniciado la búsqueda por toda la sierra y miembros especiales del cuerpo han comenzado los interrogatorios a familiares y amigos".
A continuación, podían leerse las siguientes líneas escritas con pulso tembloroso.
"El sexto. Queda poco para que llegue el día en el que "el dormido" despierte. He hablado con Charles y he llegado a la conclusión de que él no vendrá conmigo. Prefiere vivir acobardado a enfrentarse al destino. Todos conocíamos a Manuel. Ahora ya son seis los que viven en el monasterio.
Continuará...

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