viernes, abril 17, 2009

Un inciso



Antes de continuar, me gustaría contaros una historia que una vez me relató un alumno en la sala de castigo.
"En Castellón hay ciertos lugares donde la magia es algo palpable en el ambiente, donde la humedad de las madrugadas se une a las luces palpitantes de las estrellas y la belleza casi inextirpada de la vegetación del interior. Por las montañas, se pueden oir todavía los tintineantes cascabeles de los sátiros persiguiendo a las ninfas y los gritos de misteriosas criaturas que bajan a toda velocidad por las laderas calvas del noreste. Justo allí, como un centinela que aguarda la señal inequívoca para atacar se encuentra el castillo de Peñíscola, con sus pies remojados en la sal del agua marina, sólo comunicado con la civilización por un pequeño camino que desaparece cuando sube la marea. Es aquí donde empieza nuestra historia.
Desde la playa de Benicarló aún se divisa la luz mordiente de aquel castillo. Todavía se me estremece el alma cuando recuerdo aquella imagen, y un par de lágrimas de buenos recuerdos recorren mi cara. Dice la leyenda que en esa playa en la noche del 21 de mayo se puede observar todos los años a una bella muchacha con semblante trístemente abatido caminar sin cesar en dirección al castillo. Lo que llama la atención de todos los que la ven son sus ropas de gasa blanca que casi destapan su desnudez cadavérica, pero a su vez atrayente y sus ojos totalmente oscuros como el más negro azabache. Dicen que la han visto cantando en un idioma que nadie recuerda canciones ya olvidadas por la mente humana, pero los más ancianos del lugar aun retienen historias que los abuelos de sus abuelos ya les contaban. Otras versiones cuentan que su pelo está cubierto de algas negras y que de sus brazos surgen sin cesar pequeñas culebras que llenan la playa poco a poco. Sin embargo, esta visión horripilante de esta mujer, no es compartida por los lugareños, que no dudan en llamarla "la noia blanqueta" desde que el primer habitante del pueblo la vio caminar en dirección a aquel castillo en la lejanía.
Todos se han preguntado alguna vez quién es ella y ciertamente hay varias versiones sobre sus orígenes y su estado, aunque aquí solo os voy a contar el que cuentan los más viejos de Benicarló.
La noia blanqueta en realidad se llamaba Zammira y era una mujer pirata en la corte del Papa Luna que era retenida en el castillo de origen masón tras un ataque de su tripulación a las costas castellonencas. En aquellos tiempos, eran pocas las mujeres pirata que se veian por los mares, y más que como a una peligrosa delincuente, el Papa la tenía como una extravaganciao una reliquia a conservar por los siglos de los siglos. Zammira, cuando se vio apresada y que habían cortado sus alas de libertad en todos los sentidos decidió escaparse, y además robar un antiguo tesoro que se guardaba tras aquellos muros, un tesoro que sólo unos cuantos conocían y que daba la vida eterna.
Al llegar la noche del 21 con la luna llenasaltó el muro del castillo para caer en las afiladas rocas que lo rodeaban. Ella era una loba de mar, y sabía bien cómo caer para no destrozarse la columna, pero aun así no pudo evitar un fuerte golpe por culpa de un mar embravecido que evidentemente no quería dejarla escapar. Malherida, la corriente la arrastró hacia la costa del pueblo vecino y allí un niño cristiano pescador la rescató. Ella le prometió todo el oro del mundo a cambio de que le ayudara a escapar, pero el niño al ver el tesoro le dijo: - La llibertat pel tresor - En aquel momento el artilugio comenzó a irradiar una luz incandescente como una llamarada. Un repentino placer cruzó la espina dorsal de Zammira que parecía haberse recuperado del doloroso golpe contra las rocas y se levantó de la arena. Ella besó al niño, le miró le dijo -Els tresors son per als bandolers- y mientras se alejaba en la sombra el niño llamó a los guardias. Allí mismo la atraparon, la juzgaron y la condenaron a morir ahogada, como debía haber sido su destino, pero ella no mostró ningún tipo de preocupación o miedo. Sumergieron la cabeza de la chica en el agua del Mediterráneo durante diez minutos, pero ella seguía viva. Lo intentaron de nuevo durante veinte minutos, pero ella segía sonriendo y respirando sin dificultad alguna. Extrañados, atravesaron su corazon con una lanza, pero ella parecia invulnerable. Entonces los guardias oyeron un golpe seco tras de sí, miraron y allí estaba. El niño habia muerto agarrándose el pecho como si una puntada mortal le hubiera atravesado. Zammira ahora era inmortal.
Los guardias paralizados por el terror no fueron capaces de ver que Zammira ahora se elevaba sobre sus cabezas porque le habían salido dos alas blancas en su espalda, y en lugar de su oscuro cabello tenía miles de diamantes que caian sobre sus ojos, ahora verdes como el tallo de una flor en primavera. Perros, gatos, peces, cabras, sapos, ratas y todos aquellos animales que había en aquel momento en el pueblo comenzaron a gritar como si su vida fuera en ello, y ocurrió un milagro. Todas las hembras se quedaron embarazadas. Zammira, ahora en el aire, miró a los guardias con la lastima con que se mira a un cachorrillo y voló hacia el horizonte para desaparecer. Zammira, una pirata berberisca que había saqueado y matado a miles de personas, ahora era ser celestial que se alejaba en pos de su vida eterna.
Sin embargo, el tesoro que le confirió tal virtud, se quedó en aquella playa, tal vez enterrado en la arena, o tal vez arrastrado por el oleaje. Por ello, La noia blanqueta vuelve año tras año para buscarlo y así resucitar a aquel niño que murió por su culpa."

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