domingo, octubre 22, 2006

Egocentral Park Avenue


Últimamente estoy un poco egocéntrico. Me miro en todos los espejos, me saco fotos a mi mismo, y en este blog solo hablo de mí(cosa que por otra parte es muy lógica ya que la función de estos bitácoras personales son justamente contar las vivencias y opiniones de sus dueños). Y la cuestión no es, por una vez, por qué estoy así, ni qué elementos de mi vida me han llevado a tomar esta postura, por otra parte, totalmente temporal y externa a mi idiosincrasia personal, sino más bien, qué leches quiero decir con toda esta serie de chorradas en las que mi firma y mi cara aparecen por todas partes. Por favor, seguid leyendo que no os decepcionareis. Parece que esto no lleva a nada(como la serie embrujadas) pero todo tiene una explicación lógica y aplastante.
Siempre me han gustado los buenos consejos, ya no sólo de mis amigos y familiares, sino también los de gente totalmente desconocida o que llegamos a coincidir por unos minutos en nuestras repugnantes vidas. El tema es que provenga de donde provenga, un consejo siempre tiene una funcionalidad perfectivamente positiva y potencialmente instructiva. Me han dado muchos consejos a lo largo de mi vida, y todos ellos los he hecho mios para despues aceptarlos o simplemente guardarlos para una ocasión posterior. Mi problema no es que me meta hostias en la vida por no seguir los consejos de la gente, que eso me da igual, ya que el proceso de aprendizaje de cualquier ser humano consiste en cometer errores una y otra vez hasta que no los vuelve a incurrir en ellos, pero sí que reside en mi incapacidad de resolución inmediata en determinados contextos que en muchas ocasiones se salen de una órbita a la que llamo normalidad.
A veces, me gustaría que las cosas siguieran en su sitio durante miles y miles de años más. No nos gusta pensar que todo nuestro mundo puede irse a la mierda porque algo cambie, porque una situación se haga más complicada de lo que habitualmente es. Nuestra capacidad de llegar a ser es lo que nos hace humanos, nuestro espíritu de superación es lo que nos hace seres infinitos. Ahora el mundo gira, y aunque yo giro con él, no soy capaz de correr más que las nubes. Pero por otro lado, tal vez mojarnos nos venga bien para crecer un poco más, como lo hacen las plantas y los árboles. Tú, tú, tú, tú, tú y tú, estais caminando. Me gusta veros caminar. Algunos van a volar en breve, y su ausencia será como un descampado en mitad de la ciudad. Mientras caminemos, volemos, rodemos o conduzcamos... aún seguirán vivas nuestras esperanzas.
No espero que comprendais lo que acabo de decir. Os mentí arriba cuando os pedí que siguierais leyendo porque encontrariais una explicación. Lo siento. Hoy no tengo anécdotas que contar, no tengo ideas geniales que decir. Sólo os puedo hablar de la sensación que me queda después de pensar en los movimientos de tierra que nos esperan de aquí en adelante.

No hay comentarios: